martes, 20 de noviembre de 2012

Maderas, ética medioambiental y escultura.

            La demanda de maderas y su aplicación en las distintas disciplinas artísticas, artesanales e industriales, han de adecuarse a los nuevos problemas ambientales. Por ello, se hace necesaria la responsabilidad de los consumidores en general y particularmente de los profesionales, para utilizar de forma sostenible este recurso, no demandando maderas amenazadas o explotadas de manera irracional, orientándose hacia el empleo de las de origen certificado por el FSC, como garantía para la conservación de los bosques de nuestro planeta. Se ha de transmitir esta nueva conciencia al alumnado, para que cuando se conviertan en escultores, mantengan también este compromiso con el medio ambiente.



Despiece de una tabla de Tilo europeo.

El comercio de la madera constituye hoy en día, uno de los sectores de mayor peso económico del mundo, en la mayoría de los casos basado en la sobreexplotación de los recursos naturales de países subdesarrollados, aunque ya se empieza a vislumbrar una nueva conciencia ecológica. 

La explotación sin control de los bosques, especialmente en los tropicales, puso en una situación crítica, ciertas especies de árboles maderables, problema que aún hoy se mantiene. Desde 1980, varias organizaciones ecologistas dieron la voz de alarma sobre esta situación. Desde  entonces, diversos convenios y entidades internacionales como el CITES o la UICN protegen y catalogan las especies por su grado de extinción y vulnerabilidad. Esta creciente concienciación sobre el consumo de maderas de nuestros bosques ha hecho que se desarrollen, sobre todo en los templados, mecanismos de comercialización de origen certificado. Esto, garantiza al consumidor  que la madera  ha sido producida de una manera sostenible, muy probablemente de un bosque gestionado con un programa de plantación que asegura que los árboles extraídos están siendo reemplazados por otros jóvenes. Tanto en Norteamérica como Escandinavia, el FSC (Consejo de Gestión Forestal) apoya y certifica este tipo de comercialización, estampando un símbolo en las partidas de maderas para su distribución. No obstante, esta organización no es la única que certifica este modelo de comercialización, otras entidades de todo el mundo también están desarrollando programas similares, pero quizás de manera menos independiente e influenciable que la primera. 


Gran ejemplar de Eucalipto rojo
en Guadalcázar (Córdoba).

La certificación FSC (Forest Stewarship Council), basa la certificación de maderas en el respeto de diez principios, de los que emanan 56 criterios. En conjunto, garantiza que la actividad maderera favorece tanto la conservación de los ecosistemas como, el respeto de los derechos sociales y económicos de las comunidades relacionadas con los bosques. Estos principios se resumen en: respeto de la ley, derechos y responsabilidades, derechos de los indígenas, derecho de los trabajadores, beneficios para el bosque, impacto ambiental, plan de gestión, control y evaluación, conservación y plantaciones.




A nivel nacional, a pesar de la importante vocación forestal de amplios territorios de la Península Ibérica, que han sido explotados históricamente sin ningún tipo de control ni planeamiento, se empieza a desarrollar hoy, una nueva visión de explotación silvícola con el objetivo de producir maderas de forma sostenible. Así, ciertas iniciativas privadas están poniendo en marcha plantaciones de especies nobles como (nogales, fresnos, robles, etc.) con inversores que vislumbran una alta rentabilidad a medio y largo plazo. Ya se acabó, la idea de cortar bosques salvajes sin un plan de manejo y reforestación previo. A nivel general, los bosques en España hoy ocupan únicamente el 28 % de su superficie, un mínimo reducto de lo que existió. Dentro de estos, el mayor protagonismo lo tienen los encinares y alcornocales, de aprovechamientos variados pero no enfocados a su maderabilidad. España tiene un consumo de maderas y leñas del 70 %, por lo que se ve avocada a importarlas de fuera. En la actualidad son 90, las empresas españolas que tienen alguna certificación FSC, que van desde la propia gestión forestal a las empresas transformadoras (aserraderos, carpinterías, mueblerías, etc.). El territorio español cuenta actualmente con unas escasas 132.000 Has. de bosques avalados con este sistema de control. Encontramos a nivel andaluz, algún ejemplo, como la empresa “Maderas Nobles de Sierra Segura” .


Gran ejemplar de Pino piñonero en Marmolejo (Jaén).

España ha sido uno de los últimos países europeos en adoptar medidas para frenar el comercio ilegal internacional de madera (de 27, el sexto por la cola), según WWF. Aún siguen llegando y comercializándose ciertas maderas catalogadas por la UICN como amenazadas y de comercialización ilegal. Entre ellas, destacar algunas especies amenazadas de comercialización dudosamente legal. En África: Afrormorsia, Bubinga, Obeche, Padauk, Sipo y Ébano africano. En América Central y del Sur: Palo de Brasil, Palo Rosa, Pau Rosa, Palo Santo, Corobolo, Gonzalo Alves, Palisandro Rey, Palisandro de Río, Tulipanero y Guayacán. En el Sudeste Asiático: Ramín, Ébano de Ceilán, Ébano de Macasar, Jelutong, Lauan Rojo, Palisandro de la India, Satén y Merbau.

Quiero mostrar dos ejemplos de maderas disponibles en los comercios de Córdoba, que llegan por cauces que en ciertos casos saltan la legalidad, siendo su demanda y consumo los que condicionan su extinción. El Merbau (Intsia bijuga) es un árbol reducido únicamente a Nueva Guinea, porque ya fue extinguido en Africa Oriental, Tahití y Papua Guinea. Su extraordinaria madera, es comercializada de contrabando, a través de China hacia todo el primer mundo como artículo de lujo (parquet y mobiliario). Por otro lado, nos encontramos con el Cedro Sudamericano (Cedrela odorata), también llamado “Cedro Español”. Su popularidad, la hacen la madera ideal entre muchos escultores e imagineros. Aunque no está en un peligro inminente, su creciente explotación la está poniendo en situación de vulnerabilidad. Cabe reseñar un ejemplo, de cómo llega a España esta madera. Es una práctica habitual en Honduras, que ciertas empresas madereras localicen y abatan los ejemplares más longevos de estos árboles en la selva, procediendo a su transporte desde potentes helicópteros. Estos troncos llegan directamente embarcados al puerto de Huelva.

Texto y fotografías: Rafael Pulido Jurado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario